Carnicería en la 30ᵀᴴ Street
En la entrada anterior, cité (casi) íntegramente lo que el Diario de la Marina presentó a la sociedad habanera sobre el caso Gouldy. Una traducción confusa cuyas licencias priorizaron los detalles dramáticos obviando elementos de importancia.
Hoy traigo fragmentos de la versión oficial perteneciente al New York Evening Post. Pero, como el archivo de esta fecha no estaba en la Biblioteca del Congreso, elegí el mismo texto a partir de las páginas del The Jeffersonian. Juguemos entonces al “detective de la antinoticia”. Sumario:
1) ¿Quién era el padre de familia?
Mr. Gouldy tiene aproximadamente cincuenta años de edad. Es tesorero de la Iglesia Metodista. La misma iglesia en la que un loco le disparó a Mr. Crawford, el pastor, mientras estaba en el púlpito, el domingo en la tarde, hace apenas una semana. Con anterioridad, Gouldy fue comerciante de madera y se había retirado del negocio con una amplia fortuna. Su congregación lo considera un cristiano ejemplar y, para quienes lo han conocido, es un ciudadano honorable.
Destacado: Ese templo neoyorquino debió examinar las porciones de mala suerte que le llovían como maná del cielo. En Cuba, tal fenómeno se denomina «Salación».
2) El carnicero pierde todo interés por la religión, típico argumento del XIX para clasificar los perfiles de criminales o adictos:
Frank [Francis G.], el asesino, fue llamado para el avivamiento del invierno pasado, y se integró a la congregación de manera provisional, o “período de prueba”, que es como generalmente se conoce. Sin embargo, en apariencia pronto perdió todo interés en la religión; volvió a los hábitos que su padre creía Frank había renunciado para siempre.
3) Declaraciones del oficial Curry esclarecen los malos hábitos de Frank que tanto molestaban al padre:
El Capitán Curry, Distrito veinte, declara que estaba familiarizado con Mr. Gouldy a quien, años atrás, antes de dedicarse al comercio, había llevado a la oficina estatal, en la parte baja de la ciudad. En ese tiempo, Francis no había adquirido malos hábitos y se ha dicho que estaba libre del uso de bebidas tóxicas.
[…]
Rumores llegaron con lujo de detalles hasta sus padres que Francis había sido visto en lugares de mala reputación, y con una compañía inapropiada.― Ello estimuló el mal genio del caballero que comenzó a contemplar acciones más radicales. Tuvo una terrible discusión con su hijo que abandonó el hogar, taciturno y furioso, mascullando venganza.
Destacado: Ya sospechaba que el joven Gouldy era alcohólico. Pero, cuáles podrían ser los espacios de mala reputación en el New York de hace dos siglos. En las películas de época, los lugares comunes son el prostíbulo, los bares marginales o los guetos.
4) ¿La noche del asesino? Posición legible de las víctimas.
Frank llegó a la casa ayer sobre las 10 de la noche. La familia se había retirado, a excepción del padre que estaba sentado en un cuarto delantero del segundo piso. Su esposa estaba acostada en la habitación contigua. Y los dos niños estaban en una cuna en el cuarto de su madre.
Mrs. Gouldy afirma que cuando Frank entró, ella estaba por irse a la cama y que él le dijo, “¿Por qué, madre, estás todavía despierta?”― “Sí, Frank,” fue la respuesta, “Todavía estoy despierta.”
Destacado: Queda demostrado, la réplica “¡Madre, oh madre!” del Diario de la Marina, fue un invento del reportero. Después de tres hachazos en la cabeza, tampoco bajó a la primera planta, cual zombi sangriendo, cuando llegaron los agentes. Pienso: ¿cuántas noticias alteradas habré leído?
Resumen del resto
Frank repartió hachazos por toda la casa. Mary Eliza se encerró al escuchar los gritos. Desde la ventana de su cuarto dio la única alarma ―“¡Asesinos!”― que trajo a los dos policías y parte del vecindario. Los agentes Morehouse y Hull se encontraban en la esquina de la avenida Novena. Llegaron. Forzaron la puerta. Disparos provenientes del tercer piso (Francis no se había suicidado por la culpa sino porque se supo descubierto). Escaleras arriba, fueron encontrando los cuerpos. Todos estaban vivos cuando llegó el Doctor John G. Sewall para los primeros auxilios.
The Jeffersonian incluyó un breve informe médico de la cantidad y gravedad de los hachazos per caput que repartió el carnicero. Adjunto los párrafos para los lectores morbosos: